Santuario (poema en prosa inèdit, agost 2010)



El calor estrellado de este verano sostenido te devuelve a un paisaje de ortigas y collejas, a un bosque cubierto de hojas amarillentas y de un eco que te persigue aún bajo los pies. Pies que se deslizan desnudos, mojados a través del tiempo inmisericorde. Ha llovido el tiempo sobre ti. Ha llovido sobre tus recuerdos retorcidos como viñedos viejos y añosos en los márgenes polvorientos de la senda. Allí donde la huerta, decididamente sin pretensiones entre los bancales de piedra, se abría a los galgos secos como el viento, a los hombres que dormían las tardes agostadas. Y en medio del silencio vespertino recorrías a escondidas el pasadizo que te abrazaba a los exvotos misteriosos de cera, a los inquietantes vestidos de comunión o de bautizo, a los trajes de boda de no se sabe qué novia -si feliz o desgraciada. Allí, en medio de la habitación, justo en el centro de la cúpula azulada se escuchaba el silbo del viento. Fuera esperaba la vida.